—Disculpá haberte hecho volver a la noche—se despidió Patricio—.
A partir de mañana empezás con los horarios que arreglamos.
—No te hagas problema —sonreí yo—. Entonces, nos vemos
mañana.
Salí del bar Juno y
respiré el aire fresco. Para ser otoño, era una noche bastante calurosa. Los
edificios tapaban gran parte del cielo y lo poco que podía verse estaba
encandilado por las luces de la ciudad.
Federico salió después de mí y se prendió un cigarrillo.
—Hoy les toca limpiar a Margarita y Cristián —murmuró
con alegría—. No hay nada mejor que no limpiar el desastre que queda al final
del día.
Me reí, volteándome para ver hacia dentro. Había muy
pocas luces prendidas y por lo visto todos estaban en la cocina.
—¿Vas en colectivo? —pregunté.
—No, tengo auto —dio una última pitada a su cigarro, dejándolo
por la mitad, y lo tiró al suelo—. Quiero dejar —explicó, guiñándome el ojo—.
Vamos, te llevo.
Llegué al departamento unos minutos después. Le di las
gracias a Federico, subí por las escaleras hasta el primer piso y entré.
Era precioso. Lo suficientemente grande para dos
personas, así que estaba más que cómodo. Un living-comedor muy luminoso, una
pequeña cocina, una habitación con una cama de dos plazas, un baño y un pequeño
balcón.
Ya había cenado en el bar, así que fui directo al baño.
Me lavé los dientes, me lavé las manos y me saqué los lentes de contacto: mis
ojos volvían a ser marrones. Me di una ducha rápida y me tiré en uno de los dos
sillones a leer.
A leer una carpeta de Mariano.
—Antes de que empieces a ayudarnos —me había dicho la
noche anterior—, necesitamos que te informes. Acá están todos los datos que
conocemos.
Suspiré.
Eran hojas y hojas llenas de números, nombres,
estadísticas, casos específicos, factores en común entre distintos sucesos,
noticias, fotos.
Y en todas las hojas, porque “todos los párrafos” sería
una exageración, estaba la palabra parto.
Por parto natural. Desaparecido una hora después del parto. Madre muere en el
parto. No le permiten presenciar el parto. Ella le pegó al médico luego del
parto. Parto.
No sé por qué, pero me pareció una palabra dolorosa. Una
palabra fuerte, con demasiado significado. Me costaba pensarla, me costaba
leerla. Cada vez que lo hacía, pensaba en mi mamá. Pensaba en ella dando a luz
a Marco.
Leí tres hojas.
No pude más.
Edu,
ResponderEliminarme encanta. espero el siguiente. un beso
milagros
esta bueniiisimo eduu!! me encantaaa!ya qiero leer el final! jajajaj siempre leo la ultima hoja primero **
ResponderEliminarbesoteee
juli elias :)
euuuuu quiero maaassss......
ResponderEliminarquiero leer masss.....
dale dale...
subi mas de la historia...
viste? empece a leerla, desde
ahora la sigo como a una novela
=/
je
te quiero primo
beso