—Te cambió la cara —se rió Federico mientras cortaba
unas rebanadas de pan—. Mejor que la de anoche nunca vuelva.
Le lancé una mirada fulminante. Los rayos de sol
entraban cálidos y espléndidos por la ventana de la cocina, que parecía una
completamente distinta a la de la noche anterior, ahora que estaba limpia.
—Mejor que lo de anoche nunca vuelva a pasar —me quejé,
aunque disfrutaba de su buen humor—. Al menos, Clara y yo nos divertimos viendo
a Patricio caminar entre las mesas, siempre a punto de perder el equilibrio.
Prendió el horno.
—No entiendo por qué vino —murmuró—. Sabe que nosotros
estamos libres cuando cierra la cocina.
Solté una risita tímida.
—No confía mucho en Clara, piensa que puede decirle a
Marcelo. Y nosotras… bueno, nos aprovechamos un poco.
La puerta de entrada al bar se abrió. Fue sorpresivo: Clara
tenía la mañana libre y era temprano para que llegaran Cristián y Helena.
¿Clientes?
—Me parece perfecto —comentó Federico por lo bajo,
mientras yo me asomaba a ver quién había entrado.
Era un chico delgado, de pelo oscuro y ondulado. Tenía
puesta una remera blanca y un pantalón de jean. Me acerqué.
—¿Qué tal? —saludó, sonriente—. Vine por el anuncio del
diario.
Tenía rasgos muy finos. Ojos verdes, nariz recta y
definida. La mandíbula marcada y unos labios sutiles, como apenas intentando
aparecer en su rostro.
—Ah, cierto —respondí—. El encargado llega dentro de un
rato. Podés quedarte a esperarlo —. Hice una pausa, al tiempo que estiraba mi
brazo—. Soy Margarita.
—Mucho gusto —dijo, estrechando mi mano—. Me llamo
Lisandro.
Patricio llegó unos diez minutos después y lo contrató.
Las mañanas siempre eran más tranquilas, así que Federico y yo charlamos un
rato con él, para conocerlo un poco mejor. Había llegado hacía unos días desde
General Roca, para empezar algún curso de informática.
Helena llegó y se acabó la diversión. Era la encargada
de la cocina, lo que significaba que había que empezar a preparar el almuerzo.
Tras ella entraron varios clientes, así que Lisandro y yo nos pusimos en
marcha.
—Siento que voy a romper todo —susurró mientras ponía
dos vasos en su bandeja—. Nunca tuve mucho equilibrio.
Me reí.
—No te preocupes. Después de un par de platos rotos,
nunca más se te va a caer nada —comenté—. No al verle la cara a Patricio.
Me encanta la idea!! El próximo sale mañana?
ResponderEliminarNati.
Me encanta la idea!!! Cuándo sale el próximooo!??!
ResponderEliminarNati.
Pensé que no se había publicado y volví a comentar, jajjaja!! Y ahora voy por el tercero, jeje.
ResponderEliminarNo, el próximo es el martes que viene!
ResponderEliminarMartes, jueves y sabados!
Un beso Nati!
Está muy bueno. Esta vez fue un capítulo relajado. Ya tenemos las facciones de Alí y su nueva vida va tomando rumbo. Interesante.
ResponderEliminarJAJA sí, los capítulos próximos, sobretodo los de Margarita, van a ser más relajados.
ResponderEliminarbueno pero ya unimos historias!
ResponderEliminarhermoso... espero el martes.
abrazo Edu!!
Cami