13.4.10





Era increíble cómo Lisandro se había recompuesto. Aunque claro, también podía estar fingiendo, porque la noche anterior lo habíamos agobiado bastante. Pero esa mañana lucía una sonrisa radiante, a pesar de que en sus ojos había un dejo de preocupación. Cuando lo vimos entrar a la cocina, con Federico cruzamos una mirada de sorpresa.
—¿Cómo están? —preguntó, colgando su campera.
—Nosotros bien. ¿Cómo estás vos? —atacó el otro, remarcando la última palabra. Lo miré con odio.
—Bien, no se preocupen. Podría estar mejor, pero creo que voy a poder acostumbrarme. ¿Hay reservas?
Suspiré. Era un cambio de tema demasiado forzado, pero no me importó.
—Para el almuerzo —dije—. Dos mesas de cuatro personas. Una puede ser de cinco. Asterisquito —me reí.
El resto del día pasó rápido y sin problemas. Dejé que Lisandro atendiera a Julia y le cayó bien. No hubo mucho trabajo, aunque las mesas reservadas resultaron ser bastante agobiantes. Picada, primer plato, segundo plato y postre. Era gente de algún lugar de Europa, no lo supe realmente.
Lisandro se fue diez minutos antes. Diez minutos más que suficientes para que yo me escabullera en la cocina y, a espaldas de Helena, cuchicheara con Federico.
—Julia lo puso de mejor humor —murmuré.
—Porque no lo viste en el baño. Parecía sonámbulo.
Fruncí el ceño.
—¿Estaba mal?
—Terrible. Y no era la tristeza de ayer. Había algo más.
Me quedé pensativa. Realmente estaba preocupada. Tal vez éramos unas de las pocas personas que Lisandro conocía en la ciudad y no nos hablaba del tema. ¿No sentía la necesidad? ¿No sentía la necesidad de estallar, de compartir con alguien el sufrimiento? ¿Podía soportarlo solo?
—Le dije que no está obligado a decirnos lo que le pasa, pero que puede contar con nosotros cuando lo necesite.
—Está bien —aprobé, y respiré profundamente.
Todavía iba a seguir sin saber nada durante alrededor de una semana. Entonces, al fin me contaría lo que le pasaba. Y a Federico también. Incluso antes.
Pero en ambos casos sería algo forzado.
No es que quisiera revelárnoslo.

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