22.4.10





Un llanto se dejó escapar desde la sala de partos. Ramona y yo nos miramos seriamente. Unos minutos más tarde, Espinoza salió del cuarto.
—Vamos —susurró ella, poniéndose de pie rápidamente, antes de que pudieran verla sentada junto a mí. Avanzó por el pasillo unos metros delante del médico, ignorándolo, y yo los seguí con cuidado. Ella se quedó observando una pizarra y él ingresó a una habitación.
Me acerqué a Ramona, que estaba hablando por celular.
—Ya entró al consultorio —dijo, y al cabo de un instante se volvió a mí—. Están grabando. Registran sonido, ¡perfecto!
El equipo de Mariano había pinchado el teléfono de Espinoza. Podían grabar su llamada y escuchar la grabación luego. La reproduciríamos por primera vez todos juntos, al día siguiente.
—Ahora te toca a vos —susurró, sonriendo—. Te hago sonar cuando vaya.
Volví a la sala de espera. Sentía cómo mi cabeza ardía de nervios. Si algo salía mal, los resultados serían catastróficos. Había practicado lo suficiente, y sin embargo sospechaba lo peor.
Mi celular vibró al cabo de unos minutos.
Espinoza se acercó por el pasillo. Yo me puse de pie y caminé hacia él.
—Doctor, ¿ya nació Matías? —pregunté.
—Sí, hace unos minutos —contestó, intrigado—. ¿Usted es…?
—Iván Reinoldo, el tío —le extendí mi mano—. Mucho gusto. En casa estamos impacientes por conocer al nuevo integrante de la familia —sonreí.
Sus ojos adquirieron un tono oscuro. Dio unos pasos y abrió la puerta de la sala de partos. Asintió con la cabeza.
—Adelante —murmuró, y se alejó por el pasillo.
Yo tomé mi teléfono y llamé a Ramona. Corté al segundo tono, antes de que me atendiera. Suspiré y entré a la habitación.
Verónica dormía en su cama y una enfermera le acomodaba las sábanas. No había señales de Matías.
—Estaba cansadísima —comentó la mujer—. El bebé está en observación, creemos que puede haber algún problema, teniendo en cuenta la enfermedad de su padre. Esperemos que todo salga bien.
Mentirosa. No podía haber problemas porque su padre no estaba enfermo.
Le respondí con una sonrisa triste y salí del cuarto.

2 comentarios:

  1. 9:44

    Sigues consiguiendo mucha emoción. Muy bien.
    En éste capítulo y el anterior encontré palabras que se juntaban, revisa eso, ehh, jejeje, a mi me pasaba igual cuando escribía, a veces la emoción hacía que escribiese muy deprisa, y a veces, lo releía y no me fijaba en las palabras bien porque sabía de que iba la historia ;P.
    Hoy no voy a suponer nada más, solo espero el nuevo capítulo.

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  2. Gracias Sae!
    Habrá que revisar esas palabras.

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