Un
llanto se dejó escapar desde la sala de partos. Ramona y yo nos miramos
seriamente. Unos minutos más tarde, Espinoza salió del cuarto.
—Vamos
—susurró ella, poniéndose de pie rápidamente, antes de que pudieran verla
sentada junto a mí. Avanzó por el pasillo unos metros delante del médico,
ignorándolo, y yo los seguí con cuidado. Ella se quedó observando una pizarra y
él ingresó a una habitación.
Me
acerqué a Ramona, que estaba hablando por celular.
—Ya
entró al consultorio —dijo, y al cabo de un instante se volvió a mí—. Están
grabando. Registran sonido, ¡perfecto!
El
equipo de Mariano había pinchado el teléfono de Espinoza. Podían grabar su
llamada y escuchar la grabación luego. La reproduciríamos por primera vez todos
juntos, al día siguiente.
—Ahora
te toca a vos —susurró, sonriendo—. Te hago sonar cuando vaya.
Volví
a la sala de espera. Sentía cómo mi cabeza ardía de nervios. Si algo salía mal,
los resultados serían catastróficos. Había practicado lo suficiente, y sin
embargo sospechaba lo peor.
Mi
celular vibró al cabo de unos minutos.
Espinoza
se acercó por el pasillo. Yo me puse de pie y caminé hacia él.
—Doctor,
¿ya nació Matías? —pregunté.
—Sí,
hace unos minutos —contestó, intrigado—. ¿Usted es…?
—Iván
Reinoldo, el tío —le extendí mi mano—. Mucho gusto. En casa estamos impacientes
por conocer al nuevo integrante de la familia —sonreí.
Sus
ojos adquirieron un tono oscuro. Dio unos pasos y abrió la puerta de la sala de
partos. Asintió con la cabeza.
—Adelante
—murmuró, y se alejó por el pasillo.
Yo
tomé mi teléfono y llamé a Ramona. Corté al segundo tono, antes de que me
atendiera. Suspiré y entré a la habitación.
Verónica
dormía en su cama y una enfermera le acomodaba las sábanas. No había señales de
Matías.
—Estaba
cansadísima —comentó la mujer—. El bebé está en observación, creemos que puede
haber algún problema, teniendo en cuenta la enfermedad de su padre. Esperemos
que todo salga bien.
Mentirosa.
No podía haber problemas porque su padre no estaba enfermo.
Le
respondí con una sonrisa triste y salí del cuarto.
9:44
ResponderEliminarSigues consiguiendo mucha emoción. Muy bien.
En éste capítulo y el anterior encontré palabras que se juntaban, revisa eso, ehh, jejeje, a mi me pasaba igual cuando escribía, a veces la emoción hacía que escribiese muy deprisa, y a veces, lo releía y no me fijaba en las palabras bien porque sabía de que iba la historia ;P.
Hoy no voy a suponer nada más, solo espero el nuevo capítulo.
Gracias Sae!
ResponderEliminarHabrá que revisar esas palabras.