25.5.10







Mariano estaba hablando por teléfono hacía varios minutos. Ramona parecía impaciente por conocer esa conversación, pero Federico y yo estábamos completamente desconcertados. No tanto por la charla telefónica, más bien porque nuestros nuevos compañeros no habían tenido ningún inconveniente en que comenzáramos a trabajar junto a ellos.
—Lo que más nos hace falta es gente predispuesta —había dicho Mariano, con una enorme sonrisa—. Pero le vamos a tener que explicar a Lisandro.
Habían resultado ser dos personas increíbles. Mis nervios se habían desvanecido en cuanto nos habíamos sentado a conversar. Y Emanuel, que también estaba allí, se había sumado a nuestra charla introductora.
—Hace años que estamos investigando —explicó Ramona, resignada a que la conversación de su amigo no terminara aún—. Pero hace unos días, como saben, logramos grabar la conversación de Espinoza.
Asentí con la cabeza.
—Bueno —prosiguió—. Es muy probable que de esa grabación podamos extraer la dirección exacta del lugar desde donde llamaron —dudó—. Sería un paso gigantesco.
Mariano se acercó, pero no parecía conforme.
—El contacto de Natalia está dispuesto a ayudarnos. Pero nos cobra mucho. Muchísimo —dijo con seriedad—. Tenemos que tomar una decisión.
Se sentó al lado de Emanuel y se cebó un mate, con un gesto de desagrado: lavado y frío.
—¿Tenemos la plata? —preguntó Ramona.
—Sí, nos alcanza y nos sobra un poco. Pero si llega a haber cualquier contratiempo, sería complicado.
—No pensemos que va a haber contratiempo —intervino Emanuel—. Me parece que esta dirección, este detalle, es lo único que necesitamos por ahora.
El otro negó con la cabeza.
—Tengo miedo. Tengo miedo de descubrir que llamaron de un teléfono público. O de un restaurante. O desde la calle. ¿Cómo podemos asegurarnos de que el origen de esa llamada va a servirnos?
Nadie respondió. Parecía haber dado en el punto exacto.
—No podemos —murmuré, luego de unos segundos—. Pero tal vez sea el riesgo que tenemos que asumir. Si esa dirección es la que necesitamos, podemos obtenerla. Si no lo es, será plata y tiempo perdidos. Pero creo que es preferible tener una certeza a continuar teniendo una duda.
Ramona me miró con atención.
Sonrió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario