Mariano
estaba hablando por teléfono hacía varios minutos. Ramona parecía impaciente
por conocer esa conversación, pero Federico y yo estábamos completamente desconcertados.
No tanto por la charla telefónica, más bien porque nuestros nuevos compañeros
no habían tenido ningún inconveniente en que comenzáramos a trabajar junto a
ellos.
—Lo
que más nos hace falta es gente predispuesta —había dicho Mariano, con una
enorme sonrisa—. Pero le vamos a tener que explicar a Lisandro.
Habían
resultado ser dos personas increíbles. Mis nervios se habían desvanecido en
cuanto nos habíamos sentado a conversar. Y Emanuel, que también estaba allí, se
había sumado a nuestra charla introductora.
—Hace
años que estamos investigando —explicó Ramona, resignada a que la conversación
de su amigo no terminara aún—. Pero hace unos días, como saben, logramos grabar
la conversación de Espinoza.
Asentí
con la cabeza.
—Bueno
—prosiguió—. Es muy probable que de esa grabación podamos extraer la dirección
exacta del lugar desde donde llamaron —dudó—. Sería un paso gigantesco.
Mariano
se acercó, pero no parecía conforme.
—El
contacto de Natalia está dispuesto a ayudarnos. Pero nos cobra mucho. Muchísimo
—dijo con seriedad—. Tenemos que tomar una decisión.
Se
sentó al lado de Emanuel y se cebó un mate, con un gesto de desagrado: lavado y
frío.
—¿Tenemos
la plata? —preguntó Ramona.
—Sí,
nos alcanza y nos sobra un poco. Pero si llega a haber cualquier contratiempo,
sería complicado.
—No
pensemos que va a haber contratiempo —intervino Emanuel—. Me parece que esta
dirección, este detalle, es lo único que necesitamos por ahora.
El
otro negó con la cabeza.
—Tengo
miedo. Tengo miedo de descubrir que llamaron de un teléfono público. O de un
restaurante. O desde la calle. ¿Cómo podemos asegurarnos de que el origen de
esa llamada va a servirnos?
Nadie
respondió. Parecía haber dado en el punto exacto.
—No
podemos —murmuré, luego de unos segundos—. Pero tal vez sea el riesgo que
tenemos que asumir. Si esa dirección es la que necesitamos, podemos obtenerla.
Si no lo es, será plata y tiempo perdidos. Pero creo que es preferible tener
una certeza a continuar teniendo una duda.
Ramona
me miró con atención.
Sonrió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario