Por
un momento creí que mi vida se había transformado en una serie de televisión.
Por un momento creí lo peor: que Joaquín Dubois era uno de ellos. Que Marco
Ferrari participaba en la compraventa de bebés.
Pero
no.
La
carpeta que tenía Federico era, tal vez, una de las más valiosas: recopilaba
información sobre los bebés vendidos entre los años 80 y 85. Fotografió una a
una todas sus páginas mientras yo guardaba las cosas en su lugar, preocupada
porque nos descubrieran.
Salimos
de aquella habitación rápidamente, asegurándonos de que no había nadie en la
escalera, y descendimos hasta la planta baja. Pero no pudimos abrir la puerta.
Estaba bloqueada.
Nos
miramos, sin comprender.
—Es
una salida de emergencia, ¿cómo puede estar bloqueada? —se quejó él, casi en
broma, y comenzó a subir.
Lo
seguí, asustada. Había comenzado a pensar que toda esa inseguridad, toda la
falta de protección, era completamente intencional. Que nos habían invitado a
espiarlos, a conocerlos un poco más, a cambio de encerrarnos allí. Ese era su
sistema de seguridad: bloquear nuestras salidas. Ver nuestras caras. Reírse de
nuestra confianza. Y luego…
No
quería pensarlo.
—Está
cerrada —gritó Federico desde el primer piso. Escuché sus pasos apurados
alejarse: seguía subiendo.
Probamos
una a una todas las puertas. Piso dos. Piso tres. Piso cuatro.
Nada.
Ninguna de ellas estaba abierta. Ninguna de ellas nos permitía escabullirnos.
Y
yo estaba completamente desesperada. No podía pensar, no podía razonar. No
podía darme cuenta de la lógica de la situación, como siempre solía hacer.
Piso
cinco. Piso seis. Piso siete.
Nada.
—Nos
atraparon —solté, al borde del llanto.
Federico
hizo caso omiso. Siguió subiendo, sin responderme.
Piso
ocho. Piso nueve. Piso diez.
La
puerta hacia el pasillo se abrió en cuanto la empujamos. Y cuando el aire
fresco y la excesiva luz me rodearon, la sensación de alivio que recorrió mi
cuerpo fue increíblemente abrasadora.
—No
entiendo —murmuró Federico—. No entiendo absolutamente nada.
—Yo
tampoco —respondí—. Pero no me importa.
Sonreí.
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