21.8.10






—¡Ese es el nombre que nos faltaba! —se entusiasmó Ramona.
Estábamos, una vez más, sentados alrededor de la mesa del living. Todos menos Federico. Mariano parecía perturbado, a pesar de que nosotros creyéramos que ese papel ponía fin a todo nuestro trabajo.
—Puede ser el nombre de cualquier persona —se opuso, seriamente.
—Sí, por supuesto —ironizó Margarita—. Yo también me ando escondiendo nombres de amigos de trabajo en las medias. En el pie derecho tengo el de Helena, la cocinera. Y en el izquierdo tengo dos: Alan Ferrari y Lisandro Borromeo. ¡Por favor, Mariano! Es evidente que este Vanzini es alguien importante.
—Al fin y al cabo, es lo que Fede estaba buscando —intervino Emanuel, casi en susurro. Su rostro se quebró al terminar de hablar.
Nos quedamos en silencio durante unos segundos. Era cierto, teníamos un nombre y podía ser uno importante. Pero, al mismo tiempo, Federico estaba inconsciente, del otro lado de la pared.
—Está bien —accedió Mariano—. Vamos a hacer lo siguiente: Pablo, averiguá quién es Matías Vanzini. Solamente Pablo —aclaró, mirando a Emanuel—. No quiero que los dos corran peligro. Después veremos cómo seguimos. Lisandro, seguí intentando contactarte con tu hermano. Y Ramona, mañana andá a lo de Silvia Méndez. Pero, por favor, tené cuidado.
—Yo voy, también —se sumó Margarita.
Todos nos volvimos hacia ella, sorprendidos.
—Margarita —se quejó el otro—, estoy pidiendo que no corramos peligro.
—Méndez sabe quién soy. Fue completamente evidente que estaba mintiendo sobre Alan. Si realmente quisiera, podría encontrarme cualquier día.
Mariano cerró los ojos, inhaló profundamente y lanzó un fuerte suspiro.
—Está bien, vayan. Pero tengan cuidado.
—Por supuesto.
Carraspeé. Algo me tenía preocupado. Éstas eran, supuestamente, nuestras últimas acciones antes de tomarnos un descanso. Pero sentía que no había tiempo. Federico había sido descubierto. Ramona y Margarita estaban a punto de delatarse por decisión propia. Al mismo tiempo, la información que teníamos era más que suficiente. Y si ese nombre era el que necesitábamos, habríamos llegado a nuestra meta y sólo quedaría buscar justicia.
—¿Y si Matías Vanzini —pregunté—, es el líder de ese grupo?
—Ya veremos —dijo Mariano—. Por ahora creo que lo mejor va a ser que de todas maneras nos tomemos un tiempo. Que esperemos al momento adecuado para sacar a la luz todo lo que sabemos.
No sabíamos, por supuesto, que no podríamos esperar.
Teníamos menos tiempo del que creíamos.

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