—Tengo noticias —dije con
alegría, en cuanto atravesé la puerta—. Y buenas.
Lisandro me miró, con una sonrisa
sutil.
—Tu hermano estudia Cine
—comenté—. En el IUNA, Ele. ¡Vive acá, en Capital!
Su rostro se iluminó
repentinamente, mientras se ponía de pie y avanzaba hacia mí. Me rodeó con sus
brazos y me apretó, fuertemente, cargándome de energía. Respiró profundamente y
su pecho hizo presión sobre el mío. Era una sensación hermosa, tan relajante.
—¿Está acá? —susurró,
despegándose de mi cuerpo, pero sin perderme de vista—. ¿Está acá, cerca, ahora
mismo?
Sonreí.
—Tranquilo, Ele. Todavía hay
que explicarle quiénes somos. Pero primero tengo que, mínimamente, caerle bien
—expliqué—. Recién nos estamos conociendo, pero creo que en unos días vamos a
poder contarle todo.
Se mordió el labio inferior,
nervioso.
—¿Y cómo vamos a contarle?
¿Cómo? Porque a mí no se me ocurre la forma.
—Tranquilo —repetí—. Ya se nos
va a ocurrir algo. Lo primordial es conseguir otra forma de contacto, porque
los mensajes de facebook
son muy incómodos. Un mail. O un teléfono, sería ideal. Voy a ver qué puedo
hacer.
Ramona me lanzó una mirada cálida.
Respondí con una sutil sonrisa y me senté junto a ella en el sillón.
—¿Todo bien?
—Vanzini y sus amigos se
postulan a elecciones —largó.
Me quedé muda, totalmente anonadada.
Eso sí
era una noticia. Y mala, muy mala. Era algo que había temido desde el día que
me lo habían contado todo: que esa gente, ese horrible grupo de personas
interesadas en robar y vender bebés, fuera gente poderosa.
—¿Y Federico? —indagué.
Volvió la mirada al suelo,
evitando mis ojos. Asentí suavemente con la cabeza y dejé escapar un profundo
suspiro. Me levanté.
—Lo voy a ver —dije, decidida.
—Mariano nos pidió que no —intervino
Lisandro, rápidamente—. Prefiere ser él solo el que lo vea así.
Presioné la mandíbula,
impaciente. Necesitaba ver a mi amigo; necesitaba ver su rostro, por mal que
estuviera. ¿Cómo podían impedírmelo?
—No lo soporto —dije,
caminando hacia la puerta de salida—. Nos vemos en Juno —me despedí.
—No voy; ceno con Julia.
—Cierto —asentí, cortante—.
Feliz mes.
Salí a la calle y di un
portazo.
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